Historias de vida en Lo Espejo
MI INFANCIA (Primer Lugar Concurso Relatos Literarios)
Para el año 1960. Papá y mamá, mi hermano de dos años y yo, una pequeña de 8 meses en brazos. Llegamos al pasaje, el que estaba conformado por carabineros al frente y por nuestro lado solo militares. Eran dos piezas de bloques, con radier y muy heladas. Las habitaciones estaban pareadas con las de los vecinos, los sitios se dividían con una malla de alambre, había una pileta y junto a esta una llave, al fondo del sitio un pozo séptico.
Dos años después la cigüeña nos dejó a mi hermano menor. Mi mamá era una excelente modista y trabaja mucho. Salíamos a la calle a recoger madera para calentar agua. Mamá lavaba y azulaba las ropas. Fuimos creciendo, a los cinco años de haber llegado a la “pobla” fallece mi papá de bronconeumonía fulminante. Mi mamá quedó viuda a los 29 años. Quedamos pequeños 7 años, yo de 5 y mi hermano de 2.
A medida que crecíamos nos convertíamos en pequeños “monstruitos maldadosos”. Salíamos a la calle, jugábamos a la pelota, mujeres contra hombres, mi hermano hacía “chanchas” con papel de diario, para elevarlas le sacábamos el hilo a mamá (no sé por qué ella después nos castigaba). Jugábamos al tambo, a las naciones, a la pallaya, al caballito de bronce, a la escondida, al alto, al cordel, al corre el anillo, yo era campeona jugando a las bolitas o canicas.
Cuando mamá no estaba hacíamos una exhibición con los conejos, las gallinas, los patos, uno de los amigos tenía una tarántula y el otro una culebra muerta. Mi hermano cobraba la entrada y muy enojado nos ordenaba salir a buscar hinojo para los conejos.
El viejito pascuero no pasaba y si pasó, lo hizo llevándose los zapatos de mi hermano, que los había dejado en la ventana.
Las mamás cuando tenían trámites que hacer dejaban los niños con las vecinas. Mi mamá los atendía con desayuno y almuerzo.
Íbamos al colegio John f. Kennedy. Nunca faltábamos a clases. Para el invierno pasábamos mucho frío.
Teníamos que atravesar buenaventura, la calle se llenaba de agua, mis zapatos y mis calcetas seguían mojadas durante toda la mañana. Sólo tenía un par de zapatos, no había para cambiarlos. Y así volvía al día siguiente, con mis pies húmedos.
Éramos respetuosos, responsables, amorosos y de buenos hábitos. Había mucha pobreza, pero “éramos felices”.
Esta fue una generación inolvidable.
Marta Martínez.
1 SUR
Historia de un pasaje, que fue unido, recuerdos navideños, vivencias de vecinos, se trabajaba todo el año, con actividades todas dedicadas a la infancia de nuestros hijos e hijas. Compartimos penurias, las penas, las alegrías, la pobreza. Pero al final éramos felices y esa felicidad hoy en día no existe. y como recordar esos momentos de luces multicolores de los árboles, color plateado, guirnaldas al viento y la felicidad de otros, que cuando pasaban quedaban atónitos.
Hilda Núñez
RELATOS LITERARIOS:
En mi vida han pasado algunas cosas muy buenas y otras que me marcaron. El colegio en donde estudié, comenzó con nuestra generación y continuó con nuestros hijos. En esos tiempos no había mucha posibilidad de tener una casa propia, tener trabajo y estudiar alguna profesión; porque en mi familia éramos 7 hermanos, sólo uno pudo llegar a la universidad. El único supermercado que teníamos fue en el año 73 y había que hacer fila para tener mercadería, luego del estallido lamentablemente se quemó y quedamos sin supermercado. El colegio de al lado del super sigue ahí, con otro nombre, pero permanece. Nuestra comuna no ha tenido muchos cambios, pero aquí seguimos.
Jeannette Farías
"UN DÍA DIFERENTE EN LO ESPEJO…11 DE SEPTIEMBRE"
Era una mañana aparentemente tranquila, estaba en la escuela y de repente empezaron a sonar las sirenas, se repetía una y otra vez. Me fueron a retirar del colegio y mamá dijo: ¡ahora vamos a correr y sin mirar a nadie!!! Nunca había corrido tanto, hasta quedar sin aliento. Llegamos a casa por fin, me mire y mis zapatos y ropa estaban mojadas… me había hecho pipi, no sé si del susto o de tanto correr… En fin, ese día cambió mi niñez, mi vida había cambiado, ya no iba a la escuela, mi piecita estaba revuelta, ya no había camas, sino colchones en el suelo, ya no podía disfrutar del sol, árboles, plazas… sino que las ventanas fueron cubiertas por maderas, no sé por cuánto tiempo estuvimos así. Solo sé que Dios cuido a mi familia y a mis seres queridos.
Relato de una niña de 6 años en ese entonces…
Lucrecia Sotelo
LA MALDICIÓN,
MITOLOGÍA DE LO ESPEJO
Cuenta la leyenda que hace muchos años, en la comuna de Lo Espejo, entre las calles Santa Anita y Eduardo Frei M, hoy hay una iglesia católica, vivía una familia acaudalada, todos los días los mendigos pasaban por aquel hermoso lugar, y llamaban para pedir una migaja de pan, y nadie salía a calmar el hambre y esa sed de aquellas personas. Un día, al caer el sol de un muy cruel invierno, apareció una anciana a la puerta de ese hogar, llamó por varias horas, y se largó a llover torrencialmente y la pobre rogó a gritos que le dieran alojamiento, sólo por esa noche infernal, hasta que salió una mujer muy bien vestida y le dijo a la anciana, aquí no se da alojamiento, ni pan, ni nada ¡a mendigos, ladrones y pobres! Así que te puedes largar de mi hogar.
Llorando la pobre ancianita se retiró de aquel lugar, sin antes dejarle una maldición, hoy te vengo a castigar, porque me hablaron de ti, y por no tener corazón y sólo maldad. En un año más tendrás un hijo y será tan horrible como tu corazón, y a los pocos días morirás al ver tanta aberración. Ya así fue, al año siguiente nació un hijo varón, era tan horrible que lo escondían de la gente y dormía en el sótano. Y como dijo la ancianita murió la madre y a los años su padre, la bestia quedó al amparo de la soledad, luego de no tener nada de comer, salió de su hogar a buscar alimento, los espejinos miraban al cielo porque morían de terror.
Cuentan que quien veía a la criatura moría a los días después. También cuentan que sus alas eran de tres metros y era horrible y tenía colmillos. El guardia del cementerio Metropolitano, dice que le mandó cuatro tiros con su escopeta y puede asegurar que le dio, se encontraba a menos de un metro de él, comiendo carne humana, don Hugo de la botillería me dijo que también lo vio. Y la señora Luisa dice que lo vio volando arriba de su casa con un brazo humano en su boca, saliendo arrancando de puro miedo. Así que por muchos años los que lo vieron morían, sólo quedó uno vivo del cual rescaté esta historia.
Quien dude de esta historia lo invito a ver las marcas de sus garras y pies en los nichos del Cementerio Metropolitano…
Caín Fontoro
CULTURA Y ARTE POPULAR EN UN RINCÓN DEL LADO SUR PONIENTE DE LA CAPITAL
La población Santa Olga convive en distintas actividades: sociales, culturales y de comercio, por los negocios en sus pasajes, su feria d ellos días miércoles y sábados la divide en dos lados: norte y sur de la capital, donde gran parte de las familias van para abastecerse de alimentos y una que otra prende de vestir, además de chiches para elles y sus hogares.
Conozco esta población desde su nacimiento, cuando su geografía habitacional comenzó con las casas construidas por sus mismos pobladores, con departamentos entregados en los tiempos de los presidentes Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende. Desde chico la recorro junto a mis amigos, luego para trabajar y tener recursos: cortando el pasto en las casas, vendiendo aserrín junto con un amigo a los negocios en la temporada de lluvia, los fines de semana repartí el diario tanto en los departamentos como en las casas de la población.
La Santa Olga es una población como muchas del sector sur, con altos y bajos, ya que a veces las necesidades básicas no logran llegar a los hogares. Recuerdo que en los 80´s y 90´s los funerales de personas que lucharon por una mejor vida para todos. En esos años tenía 14 años aproximadamente, veíamos un helicóptero desde las casas o en el colegio “casi tocando los techos” fue un periodo que marcó mucho a la población.
Ese momento también marcó mi curiosidad por la justicia social, junto con otros amigos comenzamos a conocer más espacios de la pobla, descubrimos que éramos la población más cercana al cementerio metropolitano y lo más relevantes es que dos grandes artistas “enteros de cultura”, creatividad, enraizados en la memoria del pueblo que son Violeta Parra y Víctor Jara están presentes en su historia, en un gran parque en nombre de la cantante popular y en un memorial a Víctor Jara, brutalmente golpeado y asesinado con 45 balas por los milicos, y dejado a un costado del cementerio, por el solo hecho de elevar la cultura con mensajes sociales a través de su música en sus presentaciones. Hablar de violeta Parra es recorrer en poesía y prosas, sus sueños e ideas de un tipo de sociedad inconclusa, fragmentada por la dictadura y su historia.
Por los dos creadores y pilares más importantes de nuestra cultura chilena y latino americano, me pregunto ¿Algún día, los diarios y la televisión, dirán que, en un pequeño rincón de Lo Espejo, en el lado sur poniente de la capital están los dos artistas más importantes de la cultura mundial en la población santa Olga? ¿las infancias aprenderán quienes fueron?
RELATOS LITERARIOS:
Por allá en el año 1960, mi familia, padre, madre y yo llegamos a la comuna de La Cisterna, a la llamada población José María Caro; nos entregan un sitio con dos piezas de madera y un pozo negro donde hacíamos nuestras necesidades. La familia de ocho personas no teníamos comedor, la cocina era de dos platos a parafina, no teníamos duchas, no había locomoción, teníamos que ir a la población Dávila, no teníamos colegios para estudiar, no habían almacenes ni feria para comprar, éramos muy pobres.
Eduardo Cuevas
INVISIBLE
Sube a la 105 y se sienta junto a la ventana mirando los pasajes enjaulados de Av. Central. Se pone los audífonos distraída, hasta que alguien se sienta a su lado. Mira con disimulo, se da cuenta que es un hombre. Por inercia pausa la música y se acomoda en su asiento, asustada. Después de un par de minutos se relaja, pero un roce en su pierna la alerta y la hace apegarse a la ventana. Piensa en muchas cosas para distraerse: “últimamente he estado imaginando cosas, seguro son cosas mías”, piensa. Le da play a la música e intenta concentrarse en ella, pero no puede, otro roce en su pierna la distrae. Se acomoda en su asiento intentado creer que es producto de su imaginación. No lo es. La mano casi encima de su pierna se mueve en un vaivén rozándole la piel. Cierra los ojos, pausa la música y una lágrima cae por su rostro. No habla, no puede. Se paraliza. Pasan los minutos y sigue sentada esperando. Esperando a que termine. No termina, es eterno… Y cuando por fin se va, llora en su asiento. Llora de alivio, llora de rabia, llora de pena. Todos la miran, pero se siente invisible.
Yanira Ortega Villablanca.
LA CASA DEL ABUELO
-¿Entonces eran ladrones?- le dice con notoria angustia, apoyado en el sillón del living, a sus ocho años las estrictas reglas de su madre le hacían temer de la historia de su abuelo.
La casa antigua del tata Marcos entretenía a Miguel por las tardes, “yo no cambie nada de esta casa, así me la entregaron y así le gustaba a tu abuela” comentaba cada cierto tiempo, aludiendo al patio grande que era asombro para el resto, más para miguel que apretado en el departamento de su Madre, no entendía por qué no podían vivir con su abuelo en la población clara estrella, donde podría tener un perro y comer al sol.
-Déjame que te cuente, ladrones no éramos pero… es que necesitábamos ayuda, estábamos haciendo historia, éramos como los Pincheira…algo así- el niño lo miraba desconfiado, ¿Quiénes eran los Pincheira?, su madre le decía que no creyera en las historias del abuelo, aunque a veces se le escapaba que era verdad que la iba a buscar al colegio escondido, como un forajido, que se teñía el pelo, que se dejaba crecer la barba, siempre con algún cambio de ropa, siempre apurado, de la mano con su padre mirando adultos conversar. A veces se le olvidaba su trabajo de secretaria, su uniforme bien lustroso y su cara de seria, de repente la veía serena dejándose llevar por la música, cantando en las noches mientras preparaba su ropa para el otro día, “la luna siempre es muy linda y el sol muere cada tarde…” la misma canción que escucha siempre su abuelo.
Entonces le volvía el interés por las historias del abuelo, de sus años en Francia, de las cicatrices de su cuerpo, que se había caído en bicicleta aunque siempre lo ve andar sin problemas.
-Bueno la cosa es que teníamos que cruzar la cordillera, por el norte, entre desiertos, unas hermanas nos ayudaron, estaban solas en mitad de la nada, yo tenía miedo de que fueran fantasmas, pero más que fantasmas ángeles porque gracias a ella cruzamos…-
-taban escapando entonces- lo interrumpe Miguel orgulloso de darse cuenta, el abuelo ya mosqueado se ríe, -hay cosas que no sabi´s que no podí saber todavía, pero si más o menos íbamos arrancando, querer algo es así, es presuroso de repente empiezas y todo se viene encima y hay que hacer nomas, de repente te envalentonai y no te dai ni cuenta y llegai a España a fumar cigarros prestados y esperar una llamá que no llega nunca-
El niño lo mira confundido, su edad no le permite entender que quiere decir su abuelo, pero se lo imagina por el desierto cruzando como una gran aventura, se acurruca a su lado en el sillón, ya hace frio, ya es tarde, su madre lo pasara a buscar dentro de poco, tiene todos sus juguetes guardados en la mochila, no le queda más que esperar, ensoñándose en las imágenes del desierto que ha visto en la tele, y vuelve a preguntar con inocente malicia -¿Entonces de que iban escapando abuelo?.
Camila Rozas.
LLEGAR A LA COPA!
¡Con el sonido del tren y los rayos del sol, Hoy es el gran dia!
Los curiosos gemelos, son parte de una linda familia en la población José María Caro, con apenas 7 años comenzaron el planificado viaje, llegar al centro de la copa, llenos de ilusiones e ideas inimaginables, con el corazón rebosante en adrenalina, les brillaban los ojos al ver a lo lejos su objetivo, la gran copa azul.
Al salir del pasaje, cada paso que daban dejando la casa y la calle que lso veía crecer, salía la risa nerviosa, pues había otros desafíos para llegar a la gran copa. Cruzando la calle, mirando de lado a lado, debían atravesar el cerro de ripio y la infinita línea de macizos rieles, tan rápido como pudiera sus piernas, apenas se oyera el gran silencio después del estruendoso paso del tren.
Con saltos y gritos, corriendo de emoción lo atravesaron para llegar a la larga calle que los llevaría a la gran copa y hacer del objetivo/sueño una realidad.
En sus grandes mentes infantiles, llegarían a abrazar la gran copa, beber y chapotear en sus aguas, subirían a lo más alto para mirar el hogar que los esperaba y llevar agua a casa.
Cada paso que daban los acercaba a la gran copa, se hacía más y más grande a sus brillantes ojos… faltaba poco para que la realidad aterrizará su imaginación.
Un descuidado muro rodeaba la gran copa en un suelo de tierra, raros ruidos se oían en su interior, invadidos por la sed de tanto caminar, sin poder abrazar ni beber ni una gota de agua, abrazados, cansado contemplaron la gran copa de agua de Lo Espejo.
MARCE
Guardaba la loza que ya estaba seca sobre el mueble del lavaplatos mientras se terminaban de cocer las papas para el puré, la tele sonaba fuerte aunque nadie le prestaba atención. La señora Marcela comenzaba a hacer ese pequeño análisis diario de su vida de dueña de casa, casa que ya no tenía más integrantes fijos que ella y su marido, que salía en la mañana y volvía muy tarde casi solo a dormir. Piensa en su vida pasada y la compara con el presente, no ha cambiado mucho –La vida se me paso tan rápido, criando cabros chicos, haciendo aseo, pensando todos los días en que hacer de almuerzo, limpiando baños, recogiendo basura. Marcela amante de la nostalgia de un tiempo pasado aún conserva un personal estéreo que utilizó tiempo después de salir de la media, esperaba a su primer hijo de su primer novio, de la única pareja que ha tenido toda su vida. Mientras navega en pensamientos del pasado y de su vida se encamina a revisar los pocos cassettes que tiene. Soda Stereo, Los Prisioneros, Silvio Rodríguez. Este último se lo había regalado una compañera del liceo que era notoriamente comunista, debe ser esa la razón por la que nunca más supo absolutamente nada de ella, desaparecio entre el tiempo y la distancia. Marcela toma su personal y reproduce el cassette de Silvio. La inunda un sentimiento de vacío, de un tiempo pasado que no se completó, de cosas que no vivió por dedicarse a la casa y a criar La olla de papas se sube y la saca de golpe de sus pensamientos, del aislamiento natural que produce escuchar música con audífonos. Apaga la olla, tiene pena pero aun no procesa bien el porqué. Está sola y estará sola el resto del día, no menciona palabra pero se nota en su actuar errante que algo le pasa. Busca las llaves, revisa que el gas esté cortado, todo apagado y se dispone a ir a la feria, le incomoda salir pero lo hace motivada por el sentimiento intenso que aún le resuena en la cabeza, el pecho y la garganta. Ya en la feria se detiene a mirar cámaras análogas en un puesto de cachureos, piensa en que nunca aprendió a manejar la máquina para tomar fotos, no porque no le diera, más bien porque no se dio la instancia, tomó la zenit soviética en sus manos, la mira, le trae recuerdos. Pretende con suerte comenzar a pensar en comprarla pero el peso de no comprar nada para si misma y entregar todo a sus hijos durante tantos años no le permite desarrollar su deseo. La vida es corta dicen algunos y tienen razón pero es tan infinitamente larga cuando se está en el momento presente sin una misión diferente al día de ayer y sin nadie con quien poder conversar de cosas nuevas, actuales o pasadas. Sin comprar nada cruzo al otro lado de la línea del tren por la pasarela. Se detuvo en lo alto largo rato observando lo imponente de las copas de agua entre tanta casa baja, mira reflexiva hacia las líneas, piensa –Que bueno que ya no usan durmientes de madera. Sigue sin rumbo fijo y llego al memorial de Víctor Jara y Littre Quiroga, lee y como sin darse cuenta le brota el llanto en un crescendo que no se detiene. Dos días después su marido junto a carabineros se acercan a un bulto rodeado por dos perros agitados.
RELATOS LITERARIOS:
Año 1934 llegan a estas tierras de calle Sierra un matrimonio compuesto por Paulino y María con su primera hija nacida en Septiembre del año 1934, llamada Josefina...lo cual construyeron dos habitaciones de barro para darle un buen vivir a su primera hija...y con los años recibir los siguientes 17 hijos.
Paulino un señor no vidente que con su violín hacia a diario su recorrido hasta la Antigua Estación de lo Espejo, a la espera del primer tren para entregar a los pasajeros sus bellas melodías que tocaba en su Violín. y así poder traer el sustento a su hogar... cuando Su hija mayor Josefina cumplió 7 años empezó acompañar a su padre para servirle de guía en su caminar y en los vagones, además contaba mi abuelo Paulino, que tuvieron el placer de conocer al Padre Alberto Hurtado,en uno de los viajes en tren...el cual le dio una moneda a Josefina, y le comento que su papá tocaba muy lindo el violín...me contaba mi madre Josefina que todo era tan bello, mucha naturaleza,muchos canales con agua,donde ella de vuelta del tren refrescaba sus pies,sobre todo en la época de verano, todo era campo además la vida era muy sacrificada. aún en calle Sierra se encuentra el primer negocio de hace 70 años de la Señora María, atendido hoy en día por la hija Señora Gaby...mi madre dejo este mundo día 9/12/22 a los 86 años....aún las piezas de barro se conservan intactas, el pueblo de lo Espejo tiene muchas historias maravillosas.
María Ester
MI BARRIO
En el año 1960 llegamos a vivir con mi familia a la población. Esto fue muy marcador, llegamos a 2 piezas y un baño con un pozo séptico, no teníamos colegio cerca, por lo que teníamos que caminar hasta Límite Urbano para tomar la Vivaceta Matadero para ir al colegio en Gran Avenida.
Con el transcurso del tiempo nuestros padres fueron agrandando la casa para tener mayores comodidades.
Recuerdo que para un 18 de septiembre se hicieron muchas ramadas, había una carpa y vimos por primera vez una obra de teatro “La pérgola de las
flores” con Fresia Soto y Pedro Mesone como personajes principales, eso me marcó positivamente ya que era lo más bello que había visto.
El mismo año se creó nuestro primer supermercado “Unicoop”, así se fueron creando escuelas e Iglesias. También me agradaba ir a hacer barra al Club deportivo “Sampoloria” donde jugaban mis hermanos. Con el tiempo se creó el Centro Comunitario donde participábamos en diferentes actividades y malones hasta que fue el Golpe de Estado y pasó a ser propiedad de Carabineros de Chile. Otra de las tantas cosas de mi población fue cuando la calle La Habana se transformó en un boulevard donde la juventud, todas las noches, transitaba por la calle con equipos de música y conversando. Qué tiempos aquellos que jamás volverán.
Ruth Tejo Valdés
VIVENCIAS
Llegue a la comuna un día viernes, eran las 10:00 AM. estaba nublado, época otoñal se veía el lugar lleno de arbustos llamados yuyos, eran amarillos no habían casas, el año 1957, buscaron un colegio para mi primaria, fue la escuela Matte ubicada en la población Dávila, conocí niños con los que compartíamos diariamente una Pelota de Futbol, solo alegrías, a medida que el tiempo pasaba fui avanzando en mis estudios y me trasladaron a colegios lejanos, comencé a viajar solo, muchas veces me quede dormido en la micro, pero para mi suerte el paradero quedaba cerca. Algunas veces se me quedo la mochila con mi equipo de gimnasia, pero en el terminal de locomoción se guardaba y podría recuperarla, ahora en estos tiempos es difícil que eso pase.
Carlos Figueroa V.
RELATOS LITERARIOS:
Llegando acá hace 56 años, vi y oí muchas malas vivencias de los pasajeros en las micros. Había solo una que llegaba hasta la bencinera era una Av. Matta que no pasaba hasta de allí.
Todo el público que teníamos la necesidad de venir más lejos nos veníamos en patota para defendernos juntos de todo peligro.
Después ya comenzaron a pasar y llegar otras locomociones, siendo menos peligroso viajar. Lo que me asusto mucho fue en tiempos de Pinochet que frente a mi casa pasaron 2 o 3 camiones militares llenos de cadáveres o personas asesinadas por las fuerzas armadas porque andaban recogiéndolos y buscando más frente a una propiedad en que estaban escondidos frente de mi casa.
Elsa Liberona
VIVENCIAS
Llegamos a esta población cuando tenía 9 años y mis padres lograron su sueño de tener su casa propia. Recuerdo que no había micros, ya que llegaban solo a Dávila. Las calles llenas de escombros porque habían puesto el alcantarillado. Aquí viví una feliz niñez junto a mis padres y hermana, salíamos a jugar todas las tardes con niños del pasaje, así fue pasando el tiempo, la población fue cambiando se arregló su entorno, pero no todo fueron buenos momentos, recuerdo que un día había un paro llegaron los carabineros y dispararon muriendo mucha gente en la línea, dueñas de casa que estaban haciendo sus cosas dentro de su hogar. Hoy 2023 todavía se conmemora la “Matanza de la Población”, son muchos años que hemos vivido aquí, recuerdo que la población aparecía siempre en el diario por algún crimen o asalto, todo eso fue cambiando y con el tiempo mejoro.
Paso el tiempo 63 años, aquí estudie. Trabaje hay muchas historias, me siento realizada como persona al igual que mucha gente de esfuerzo que ha logrado salir adelante a pesar de ser esta una población marginal.
María Cristina Chávez Burgos
AÑOS 60 EN JOSÉ MARÍA CARO
Recuerdo haber llegado a la Población José María Caro a la edad de 4 años, a un sector tan diferente al que nací que hasta me produjo temor, no teníamos agua había que sacar desde los grifos, todo era diferente, mucha tierra, mucha mucha gente desconocida, diferente a la gente del barrio en que habíamos vivido.
Al cabo de un tiempo, la población comenzó a organizarse cívicamente, con carabineros, un consultorio que era como una media agua, muy pobre, pero útil, también llego bomberos, la población ya no estaba tan abandonada.
En los años 60 la gente tenía muchas necesidades, pero al final una casita de dos piezas, pero propia. Cuando comenzó la Urbanización todo era alegría porque teníamos baño y agua en cada casa.
Los años 60 fueron complejos, pero aseguraron un sistema de vida emergente hasta el día de hoy.
Olga López López
SOLDADO
Llegue a trabajar a un liceo de la comuna en el 2021, muy advertida por algunas personas de lo difícil que podría ser trabajar con estos estudiantes difíciles, yo, que venía de trabajar de otro liceo industrial de otra comuna, pensé que sólo era mucha exageración. Y aún lo pienso.
Llegué a trabajar al 110, una escuela enorme, preciosa, con tantos árboles que me quedé encantada apenas entré y dije: sí, aquí quiero trabajar.
Tristemente ese año no pudimos estar mucho tiempo presencialmente, así que conocí a la mayor parte de mis estudiantes por teléfono y ya terminando el año pudimos retomar de a poco la presencialidad, pude ver caras y generar algunos lazos.
Sin embargo, y a pesar de resistirme hubo estudiantes que sencillamente me robaron el corazón, por ejemplo, mi chora Cata, parada como ninguna, tiene un corazón gigante, la vida no ha sido fácil, así que le cuesta ver figuras de autoridad, pero a punta de compromisos sacó su cuarto medio, bella preciosa y empoderada cumplió con la promesa que le hizo a su abuela y madre.
La Pame, quien a pesar de lo difícil que puede resultar ser TEA retornó a la escuela soñando con la astrología y pudiendo hacer amistades, se hizo amiga del Diego, otro de mis regalones, un regalón que me sobrepasaba como en 20 cm, es grande el Diego, pero mide lo equivalente al peso de su corazón.
El Diego también tiene una vida compleja, más que la que pude haber tenido yo o cualquiera de mis colegas, pero a pesar de eso, es un joven con tanto potencial, tan lleno de sueños y anhelos, tiene tantas ganas de alcanzar aquello por lo que sueña que este año nos abandonó para realizar su servicio militar, debo admitir que sentí un poco de tristeza saber que no haría su último año en el colegio, pero cuando me contó tan feliz que había pasado todas las pruebas y estaba listo para entrar al servicio, no pude más que contagiarme con su alegría.
Así que cuando salen ciertos senadores hablando de los “soldados de la droga” de Lo Espejo, no puedo creer que gente como esa pretenda dirigir un país, supuestos líderes que menosprecian el esfuerzo de nuestros jóvenes, pues sepan ustedes que en Antofagasta y directo de Lo Espejo, se encuentra cumpliendo sus sueños Diego, en la Tercera Brigada Acorazada “La Concepción”. Un soldado que jamás probó la droga, que lucha por llegar a pertenecer a las fuerzas área, que a pesar de la difícil vida que le tocó es un joven sano, sin vicios, un excelente hijo y será por siempre mi alumno regalón.
Nataly Escobar
EL PELADERO DE OSA MAYOR CON PERSEO
Las casas están cerradas y no se puede salir, empezó el toque de queda y solo falta él. Lo esperan y ya no hay opción, algo pasó y hay que ir a buscarlo. Pasan por el espacio, dan vuelta la esquina y vuelven a la casa sin él. Abuelo yo te quería conocer.
Las casas están iluminadas por el color de las luces, niños y niñas se escuchan por mi ventana y yo termino de ordenar mi mochila para el colegio. Bajo a la calle y me siento afuera del negocio de mi papá, voces pasan sobre mis trenzas y yo solo me concentro en que llegue la hora de ir a jugar. Pasadas las nueve llega el permiso y así se va la noche, comiendo algodón de azúcar y pidiendo monedas para sacar peluches. Vuelvo a la casa y me cubro los oídos, ya se fue la alegría y la casa ya no es cosa de niños.
Las casas están iluminadas por los postes de la calle, mi tranquilidad se ve interrumpida por un golpe en la reja, me asusto. Valeria, hoy es sábado y se juega a la pelota en la cancha, me recuerdo. Camino por mi pasillo y me cobijo en mi abrigo, hace un poco de frío, pero en realidad estoy exagerando, solo me gusta abrigarme. Escucho los tacones de mi mamá y me escondo abajo de la ventana, me asomo y veo a mis vecinos en la tierra aprovechando el espacio que nunca se ha definido.
Las casas se ven llenas de vida y fuera de ellas abunda el frío y la soledad. Podríamos pensar que algo malo pasó, pero solo es una sensación. La calma hace un tiempo está en la casa y los sonidos de sus tacones ya no se sienten por la cuadra. El espacio sigue ahí. Ya no juegan a la pelota, ya no hay juegos o una feria, ahora hay alguien durmiendo en la tierra.
Las casas vuelven a estar iluminadas por luces, pero ahora son más alegres, con mucho ruido y gente extraña. Es raro porque todos querían que se ocupara el espacio, pero ahora yo no puedo hablar con ellas y ellos. Me pueden hacer algo y mejor no arriesgarse, no entiendo la razón, pero mi abuela dice que son asquerosos. Caminé fuera de mi casa y fui al espacio, les hablé, me contaron lo que hacían y que era un circo, yo les dije que no me gustan los circos pero que este se veía muy entretenido, pero no me dejaban ir. Un lugar prohibido siempre fue un hobbie así que fui dos veces y las dos veces no me pasó nada, mi abuela no sabe nada de las travestis y quiero volver de nuevo.
Las casas siguen esperando que alguien tome el espacio ¿Puede ser una plaza? no, la van a ocupar para drogarse, dice mi tía. ¿Y una cancha? no, van a tirar fuegos artificiales arriba de la casa, dice mi tío. Salgo al patio y miro el espacio, Lulú pasó 15 años mirándolo y moviendo la cola, se murió, me quise morir y todo sigue igual.
Las casas están iluminadas por luces, otro circo llegó y me dejaron ir ¿Por qué a este sí y al otro no?¿Las casas se mueven con el viento o me lo imagino? La universidad me tiene agotada y no recuerdo si me tomé la fluoxetina. Me pongo mi abrigo, le digo adiós a mi papá y camino al paradero. Doblo por el espacio y me fijo que hay un gato muerto, lo recojo y lo entierro en el espacio. Me detengo a mirar su tumba improvisada y me pregunto cuántos animales botan en este espacio.
Las casas están con tierra y humo, están construyendo una cancha y a mi perro Pirata le gusta jugar con las piedras, Lulú vive a través de él y seguimos mirando el mismo espacio.
Las casas ya no están con tierra y humo, ya no están construyendo una cancha.
Las casas ayer las vi y siguen igual.
El espacio ayer lo vi y sigue igual.
Valeria Inostroza